PRIMER NIVEL DE INTERVENCIÓN

Las bases perceptivas

 

Este primer nivel de intervención requiere una relación muy directa con el niño, más que cualquier otro. Las actividades deben realizarse en la pizarra o en papeles grandes.

Los hábitos son generados al diálogo educador-niño; diálogo que, como ya se sabe, es fundamentalmente de carácter tóni­co. Para desarrollarlos, las propuestas que damos son meramente orientadoras. En todo caso no debemos olvidar que:

El acto precede a la palabra. Así, primero ayudamos con nuestra mano, poniéndola encima de la del niño y dirigiéndole el movi­miento para que realice el trazo de arriba para abajo; a continua­ción le decimos, mientras se lleva a cabo el movimiento: “arriba — abajo”. Cuando integre la direccionalidad podremos introdu­cir la palabra “vertical”, “palote”, o “palote vertical”, para defi­nir la línea resultante.

Todo trazo tiene un principio y un final. El trazo es un movimiento atrapado en el espacio. Para que ello sea posible se requiere que tenga un inicio y un fin precisos. El inicio y el fin son comprendi­dos por el niño por su temporalidad; es decir, por su vivencia propioceptiva.

El trazo no debe repasarse nunca. El niño debe integrar primero la unidad. Más tarde podrá subdividirla en unidades más peque­ñas que surgen de ésta. Ello implica que el movimiento es único y perceptible como una unidad, con un solo principio y un solo final. Por ello es que al inicio de cada unidad de aprendizaje grafomotor preparatorio de la escritura, el educador dirige la mano del niño. ¡Sólo el educador sabe hacia dónde se dirige el apren­dizaje! Si utilizamos la palabra para indicárselo al niño, supone­mos que éste ya lo ha interiorizado y sabe a dónde se dirige. Olvidamos con ello que el acto precede a la palabra.

El contraste tónico es el sustrato de la ritmicidad, de la percepción de la estructura; la variabilidad en la tensión muscular que el niño percibe con base en la utilización de los útiles adecuados debe, al finalizar este nivel y como elemento unificador con el si­guiente, llegar a ser voluntario (a la edad de 4 años el sistema vo­luntario de regulación tónica entra en funcionamiento para contrarrestar al sistema involuntario: se inicia el largo proceso del control del acto por la voluntad). Para ello nos valdremos del lápiz blando número 2, con el que repetiremos las propuestas de seriaciones de contraste en la huella y comprobaremos de ese modo su integración.

El ritmo de contraste rápido-lento es el proceso insustituible para la automatización de los hábitos.

La pizarra es el soporte principal privilegiado en los procesos grafomotores en este nivel. La pizarra posibilita el contacto corporal con la mano del niño libremente, así como una relación indivi­dualizada. El soporte de papel en el suelo será utilizado para comprobar y afianzar la integración de la direccionalidad y el contraste tónico y su plasmación en la variable de groso perceptiva-visual desarrollados en la pizarra.

El contacto con la mano del niño, que representa la elección de la mano para realizar el acto grafomotor; se efectúa sobre la base de que conocemos la mano dominante de su lateralidad corporal. Este proceso de elección de la mano por el educador tiene una influencia, en algunos casos, determinante en la elección de la mano como preferente para la escritura. Debemos estar seguros de su lateralidad manual. En caso de duda, observaremos con mucho detalle la evolución del desarrollo dé la coordinación visomotora del niño.

 

ACTIVIDADES

Objetivos generales: la independencia segmentaria y los trazos vertical y horizontal.

• Papel de tamaño 30 x 50 cm.

• Crayones gruesos.

 

EJERCICIOS

Trazo vertical

El niño realizará trazos verticales gruesos fuertes a indicación del edu­cador.

El niño realizará trazos verticales finos flojos a indicación del educa­dor.

El niño realizará trazos verticales, a voluntad, gruesos y fi­nos.

El niño realizará, a indicación del educador, trazos verticales mixtos.

El niño realizará, a voluntad, trazos verticales mixtos.

La exigencia de un mayor control en la precisión del trazo debe solici­tarse al niño, después de que haya hecho varios ensayos con éxito en lo general.

 

Trazo horizontal

Realizar las mismas actividades para el trazo horizontal.

Realizar las mismas actividades, pero en papel ta­maño folio sobre la mesa.

Estas actividades, debemos insistir, deben llevarse a cabo sin exigencia de precisión. Sus resultados nos indicarán el grado de interiorización de los objetivos al­canzados. Son actividades esencialmente de observación del desarrollo, para poder elaborar, si se necesita, programas de actuación específicos antes del inicio o, en su caso, complementariamente a las actividades del segundo nivel.

 

© Juan Antonio García Núñez