WALLON investiga las relaciones entre el tono muscular y las emociones, el carácter y la personalidad y con la representación. Dice que la emoción tiene una estrecha dependencia con el sistema postural y con las reacciones tónicas vegetativas y glandulares. La risa y el llanto no son más que una resolución del hipertono. Las primeras relaciones del niño son esencialmente tónicas. En éstas se establecen las relaciones con el mundo exterior; de donde van a surgir tanto la afectividad como la conciencia. Esta tiene su origen en una vinculación motriz-mental. Para que tenga lugar la conciencia, para que ésta se origine, las situaciones han de ser vividas y analizadas por uno mismo. La función tónica es la que precede y prepara el movimiento; es esa excitación que absorbe la estructura mental y el sistema muscular cuando se da la contemplación de un espectáculo. Esa contracción muscular, perceptible solo para quien la está sintiendo, que va modulando, —dibujando—, el acto a nivel corporal interno. En la función tónica se condensan y fusionan la percepción, el movimiento y el gesto; la reproducción y la imagen.
PIAGET nos ofrece exhaustivos ejemplos del nacimiento y evolución de la inteligencia en relación con la actividad motriz. La inteligencia es el resultado de la interacción del individuo con el medio. Inteligencia, dominio corporal y exploración espacial son un todo que va creciendo y enriqueciéndose mutuamente. Solamente mediante las propias sensaciones corporales, a través de todo el sistema perceptivo, —táctil, visual, auditivo, etc.—, y el sistema relacional motriz inducidos por los intereses propios en la satisfacción de las necesidades, nacen las primeras representaciones, únicamente con la organización de la propia experiencia en relación con las formas, volúmenes, colores, distancias, situación y distribución en el espacio real de los objetos será posible la estructuración mental propia del lenguaje y de la inteligencia discursiva.
En el campo de la Neurología, LURIA nos habla de la ligazón profunda entre los componentes motores de la acción y las unidades funcionales del cerebro. Éstas, trabajando concertadamente, se encargan de la regularización del tono, la coordinación y organización del movimiento, el análisis y la codificación de las percepciones y su posterior conversión en pensamiento abstracto y la creación de programas y verificación de la actividad.
El psicoanálisis y la psiquiatría, aportan datos sobre la estrecha relación entre afectividad y tono, profundizando en la unión entre afectividad y vivencia corporal y subrayando la importancia del tono en la relación con el otro.
Los trastornos psicomotores oscilan entre lo vivido más o menos querido y lo vivido más o menos sufrido dice AJURIAGUERRA.